Friday 11 May 2012

La fotografía y las Vanguardias históricas



Paralelamente a los primeros años de postguerra de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la fotografía en ocasiones se adscribe a determinadas corrientes artísticas, participando en estos movimientos de manera más o menos consciente y coincidiendo en puntos con las manifestaciones vanguardistas. 

El movimiento Dadá propició la técnica del fotomontaje que John Heartfield (1891- 1968) desarrolló, al igual que Raoul Hausmann (1886-1971), descubridor de esta técnica usada como instrumento de propaganda antibelicista y luego antinazi. También utilizaron el fotomontaje artistas que pictóricamente pertenecían a diferentes corrientes, como Paul Citroën, formado en la Bauhaus y fundador de la Nieuwe Kunstschool; Georg Grosz, de la Nueva objetividad, o la dadaísta Hannah Höch. Max Ernst utilizará también el fotomontaje en su etapa surrealista. En 1918, Chistian Schad (1894-1982) propone sus schadografías, que unían la técnica del fotograma y el collage. 

John Heartfield, Adolf el Superhombre, traga oro y vomita basura, 1932

El Futurismo siguió interesándose por la fotografía y en su relación con el movimiento, preconizado por Marinetti. Fotomontajes, imágenes superpuestas y fotogramas se seguirán utilizando en las obras de Fortunato Depero, Tato o Luigi Veronesi. 

Alfred Stieglitz (1864-1946) abrió perspectivas como precursor de este medio de expresión. En 1902 organizó un grupo al cual sólo se podía entrar por estricta invitación, Photo-Secession, con el objetivo de forzar al mundo del arte a reconocer la fotografía "como un medio distintivo de expresión individual." Entre sus miembros se encontraban Edward Steichen, Gertrude Kasebier, Clarence H. White, y Alvin Langdon Coburn. Photo-Secession llevó a cabo sus propias exposiciones y publicó Camera Work, una prestigiosa revista fotográfica, entre 1902 y 1917. En 1917 se vio obligado a cancelar la publicación de Camera Work y a cerrar la galería “291”, al entrar en la guerra los Estados Unidos. En 1925 abre la Intimate Gallery y expone Paul Strand (1890- 1976). En 1929, con la sala An American Place promociona la fotografía. Entre los surrealistas destacan Max Ernst y Paul Eluard, con fotomontajes y collages y en la revista del movimiento, La Révolution surréaliste, se publicaron fotografías de Atget y su colección de escaparates parisinos, con una visión surreal de lo cotidiano. El grupo promocionó las primeras fotografías de Cartier-Bresson (1908-2004) y sus visiones parisinas suburbiales. En 1947, Cartier-Bresson cofunda junto a Robert Capa, Bill Vandivert, David Seymour y George Rodger la agencia Magnum.

Eugène Atget, Avenue des Gobelins, 1925

Man Ray, tras el contacto con los dadaístas, se relacionó con el Surrealismo y, además de la pintura, se dedicó al retrato fotográfico, incluso fue fotógrafo de moda en Estados Unidos. Su versatilidad le permitió realizar películas cinematográficas y rayogramas, fotogramas utilizando objetos sobre el papel emulsionado y realizando también imágenes solarizadas. Cabe destacar a Berenice Abbott, discípula de Man Ray, en París, o a Hans Bellmer, entre otros representantes del Surrealismo. 

Man Ray, Rayografia, 1922

Alexander Rodchenko (1891-1956) y El Lissitski (1890-1941) son los máximos representantes del movimiento constructivista. Rodchenko ilustró los poemas de Maiakovski en 1923 utilizando el fotomontaje. En sus fotografías se impone el enfoque oblicuo, planos cenitales o nadir, tomas en picado del paisaje urbano. El Lissitski también se adscribe al Suprematismo y se relacionó con la Bauhaus, en la que Laszlo Moholy-Nagy (1895-1946) durante la República de Weimar (1919-1924) introdujo esta disciplina. Su publicación Pintura, Fotografía, Film, aparecida en 1925, constituye el octavo volumen de los Libros de la Bauhaus y es uno de los principales pilares de la fotografía. En este volumen, Moholy-Nagy establecía una relación entre la pintura y la fotografía. 

Alexander Rodchenko, On the telephone, 1928
Laszlo Moholy-Nagy, Konstruct, 1923
















La fotografía adoptó un papel documental de reproducción gráfica, liberando a la pintura y potenciando su labor plástica, cada vez más alejada de la representación fiel de la realidad. Durante las Vanguardias, la fotografía adopta una estética pictorialista y posteriormente la abandona, surgiendo una tendencia puramente fotográfica, en la búsqueda de una nitidez rigurosa de lo cotidiano, la "fotografía directa" (straight photography). 

En conclusión, en la modernidad se tiende a destruir los principios de la tradición, donde la manifestación más concreta del hombre libre se da en lo artístico, experimentando continuamente e innovando, y donde sólo importa la sensación instantánea y el sentimiento que surge del individuo.

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