Friday 30 March 2012

Las Segundas Vanguardias históricas (1914-39)


El advenimiento de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) influyó notablemente en la aparición de nuevas corrientes artísticas que surgieron como reacción a los horrores vividos por el conflicto. Sin embargo, previamente a este trágico acontecimiento se había gestado el Futurismo, un movimiento –a la vez pictórico y literario– que comenzaría, gracias al impulso de Filippo T. Marinetti, con la publicación del Primer Manifiesto Futurista en el diario parisino Le Figaró el 20 de febrero de 1909. En él se defendía la agresividad, la temeridad, el salto mortal, la bofetada, el puñetazo y la guerra…todo un alegato en pro de la rebeldía explícita, una rebeldía hacia lo que estos artistas e intelectuales definieron claramente como un mundo en crisis, equivocadamente aferrado al pasado y a sus  tradiciones. Para romper con esos tradicionalismos que encorsetaban a la sociedad del momento, proponían una cultura en la que el ruidoso frenesí de la vida moderna, las máquinas, el deporte, las guerras y los vehículos en movimiento se convirtieran en los ejes principales. Por ello, en los cuadros de G. Balla, G. Severini, L. Russolo o C. Carrà se respira la velocidad y el movimiento a través de la desmaterialización de los objetos y la multiplicación de las imágenes. No obstante, cuando estos artistas defendían la agitación de la guerra, desconocían, en efecto, la magnitud que ésta, a posteriori,  adquiriría. Sólo en ese sentido puede decirse que la guerra contribuyó a la cultura. Así, su pensamiento no dejaría indiferente al mundo artístico, puesto que dio paso inmediato a los movimientos Dadá y  Surrealista. 
G.Balla, Dinamismo de un perro con correa, 1912
Tras la Guerra, surgieron muchas generaciones de artistas e intelectuales que optaron por reflejar a través de su obra los traumas vividos con una gran crudeza y sin contemplaciones. Éste fue el caso de la denominada Nueva Objetividad (Neue Sachlichkeit), un movimiento artístico surgido en Alemania a comienzos de los años 20 que vaticinó y retrató el horror de la guerra y el régimen nazi. Para ello, los artistas utilizaron en beneficio propio las posibilidades formales que le brindaban los distintos movimientos de vanguardia. De hecho, la Nueva Objetividad formaba parte de una tendencia más amplia en Europa y en Norteamérica orientada hacia formas precisas y moderadas. Durante un tiempo, Berlín estuvo a la cabeza de la cultura modernista, circunstancia que cambió por completo en 1933, con la caída de la República de Weimar y la toma del poder por los nazis. La influencia dominante en muchas obras de la Neue Sachlichkeit, al igual que en el Surrealismo, fue Giorgio de Chirico, si bien otros artistas como George Grosz (1893-1959), Max Beckmann (1884-1950) y Otto Dix (1891-1969), se convirtieron en sus representantes más destacados.

G.Grosz, Metrópolis, 1916
En otros casos, la actitud de repulsa para con la guerra se manifestó mediante movimientos que, como el Dadaísmo, arrancaban del espíritu contracultural y antiartístico de numerosos artistas e intelectuales. Esta corriente, surgió por primera vez en Zürich, donde en el año 1915 un grupo de artistas pacifistas crearon el “Cabaret Voltaire”, que se convertiría en la sede del movimiento dadá hasta 1920. En él, Hugo Ball o Emmy Hennings leían poemas o hacían actuaciones diversas, siempre en contra del orden establecido. Posteriormente, el ideario dadá se extendió a otras ciudades (Nueva York, París, Berlín, Colonia o Hannover), pero en todas sus variantes se partía siempre de los mismos principios, a saber, la desacralización de la obra de arte –que se observa en las obras de Marcel Duchamp, Kurt Schwitters o Man Ray–, una libertad desenfrenada de los artistas y la adopción de una actitud nihilista ante la vida, donde el azar tenía mucho que ver. 
J.Heartfield, Tierra soleada, 1919
M.Duchamp, Fuente (urinario), 1917


 











Estrechamente vinculado al movimiento Dadá, surgió en París el Surrealismo, un movimiento artístico y literario que comenzó a forjarse en la década de los años 20, en torno a la personalidad del poeta André Breton. En la primera definición del Manifiesto Surrealista (1924), éste lo define como “Sustantivo, masculino. Automatismo psíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral”. La pintura solamente se menciona en una nota a pie de página, no obstante se defienden los dos principales caminos abiertos al pintor surrealista: el automatismo y el trompe-l’oeil. Entre la década de 1920-30 se incorporan diversos artistas, como Miró y su automatismo psíquico puro, Dalí -que utilizaba imágenes tomadas de los sueños mediante el método paranoico-crítico- o André Masson, atraído también por el automatismo psíquico. La Exposición Internacional del Surrealismo de 1938 en París marcó el apogeo de este movimiento antes de la guerra y la exposición ofreció una muestra de lo que el Surrealismo había producido en la fabricación de objetos, más que en pintura. La importancia estriba en el "objeto encontrado", transformado, ensamblado, que puede funcionar de forma simbólica, algo especialmente visible en la obra de Magritte y Dalí.
R.Magritte, El modelo rojo, 1937

S.Dalí, El gran masturbador, 1929

 
Otra escuela artística importante surgida tras la Guerra fue la Bauhaus, que se desarrolló entre 1919 y 1933 en Alemania y que encontró en Weimar (1919-1924) y Dessau (1925-1932) sus principales focos de difusión (en Berlín sólo perviviría seis meses). Fundada por el arquitecto Walter Gropius, la Bauhaus (traducible por “Casa de la Construcción”) se convirtió en la más famosa escuela de diseño, arte y arquitectura de Alemania a través de la fusión de la Escuela Superior de Artes Plásticas y la Escuela Superior de Arte y Oficios. La institución tenía como misión procurar una enseñanza basada en una sólida preparación para los oficios, fomentándose sobre todo el conocimiento de los materiales, su uso y el lenguaje de la forma. Sus dos objetivos prioritarios fueron, por un lado, conseguir una integración total de los distintos géneros artísticos y de los sectores artesanales bajo una cierta supremacía de la arquitectura y, por el otro, orientar la producción estética hacia las necesidades de amplios sectores de población, es decir, acercar las artes al pueblo, en la línea de los principios defendidos en el siglo XIX por los artistas británicos del Arts & Craft, como William Morris o John Ruskin. Pretendían, en último término, conseguir un perfecto equilibrio entre la forma y la función de las obras, respetando siempre el principio de geometría, la funcionalidad y las líneas rectas. En la escuela de Weimar, confluyeron artistas y profesores de distintos gremios artesanales que contribuyeron a la renovación pedagógica de las escuelas artísticas, dominadas hasta entonces por el academicismo. Así, fueron importantes las aportaciones del Taller de Arquitectura (W. Gropius, L. Moholy-Nagy), el Taller de Cerámica (Th. Begler), el Taller Textil (G. Stözl), el Taller de Muebles (J. Albers y M. Breuer), el Taller de Metal (M. Brandt) y el Taller de escultura y talla. 

W.Gropius, Edificio de la Bauhaus en Dessau, 1923-5

Tras el traslado de la sede de la Bauhaus a Dessau (1925), la Escuela seguiría funcionando, desarrollando nuevos diseños y realizando aportaciones interesantes a la tipografía. Pero con el auge del nacionalsocialismo y el ascenso de Hitler al poder, la Bauhaus vio peligrar su continuidad y, tras un breve período de seis meses en Berlín, se vio obligada a cerrar sus puertas ante la presión nazi, que se había intensificado a raíz de la caída de la República de Weimar. Ante esta situación, muchos artistas emigraron a Estados Unidos, donde continuaron su carrera (J. Albers, H. Hoffmann...) con bastante fortuna. Sin embargo, ésta sólo era una de las consecuencias de la llegada al poder de una ideología que coartaría numerosas libertades, se cobraría muchas vidas y sumergiría el país en una guerra de repercusiones mundiales.

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